La información sobre la renuncia probable de Christopher Ross, una informacion clasificada en el rango de los rumores se confirmar más, con la supresión del mediador de la ONU que abandonó a sus giras, tanto en el magreb, así como en las grandes capitales implicadas en la liquidación de la cuestión del Sáhara Occidental.
Según fuentes bien informadas, Christopher Ross habría informado a las capitales que forman el Grupo de Amigos del Sáhara Occidental (Washington, Moscú, Londres, París y Madrid) que las condiciones para la continuación de la mediación no se cumplieron después de que de se ha alineado el apoyo de Marruecos. Frente a las condiciones establecidas por Rabat que requiere una definición previa de la naturaleza de la mediación, el enviado personal del Secretario General de la ONU habría preferido tirar la toalla. Christopher Ross se encontró incapaz de reanudar el ciclo de reuniones infructuosas entre Marruecos y el Polisario, el frente que reclama la independencia del Sáhara Occidental con Argel como soporte.
Argelia requiere la celebración de un referéndum de autodeterminación en la ex colonia española, mientras que Marruecos cuya Sáhara Occidental constituye una extensión geográfica al sur, ha propuesto un plan de autonomía para el territorio que respete las características culturales de la población local. El plan de autonomía ha sido bien recibido en el extranjero, donde se considera la base de una solución justa y duradera, el Consejo de Seguridad habiendo calificado la propuesta de «seria y creíble». Esta actitud de las grandes capitales del mundo por la autonomía de ese territorio desértico, no es, sin embargo casual.
Obedece contrariamente a los temores de un mayor deterioro de la seguridad en el Sahel y el Sahara. El fracaso del gobierno central en varios estados fallidos y la debilidad de las fuerzas han favorecido la proliferación de rebeliones y los movimientos separatistas y los yihadistas en toda la región Sahelo-Sahariana. Las capitales occidentales temen una amplificación de la inseguridad y la inestabilidad, que se han agravado considerablemente desde la caída del régimen de Gadafi en Libia.