Pocos días después de la decisión de Marruecos de romper las relaciones diplomáticas con Irán, al que acusa de ayudar al Polisario a través de Hezbolá, las autoridades del Nuakchott a su vez se incendian contra Irán poniendo el índice la entrada cada vez mayor de los mulás chiítas en Mauritania.
En la mezquita «El Moujamaâ Al Imam Ali» de Nuakchott, el imán fue despedido y reemplazado por otro imán, sunita. Del mismo modo, el lugar de culto que sirvió de base para el proselitismo chií se colocó bajo la autoridad del Ministerio de Asuntos Islámicos y la enseñanza original.
Según el sitio saharamedia.net, el embajador iraní, Mohamed El Amrani, fue convocado el viernes pasado en el Ministerio de Asuntos Exteriores, donde le fue servido el rechazo por parte de Nuakchot del proselitismo cada vez más virulenta ejercido por los chiítas iraníes a través de estas instituciones religiosas.
Esta creciente influencia de los chiíes en Mauritania ha sido posible gracias a la benevolencia del Presidente Mohamed Ould Abdel Aziz, cercano al régimen en Argelia, que en sí es un aliado de Irán en la región. Fuentes bien informadas de Mauritania hablan de unos 60,000 chiítas en el país.
Sin embargo, Teherán, después de observar un silencio avergonzado en el caso, reaccionó al negar que el diplomático iraní en la capital de Mauritania fuera convocado. La agencia oficial Fars News Agency afirma que las relaciones son normales y acusa a los medios saudíes de ser los instigadores de estos «rumores».
Estos acontecimientos, en el caso de Marruecos, como en el de Mauritania, sólo permiten una sola lectura, a saber, la voluntad del régimen chií en Teherán de extender su influencia más allá de Oriente Medio para cubrir el Magreb e incluso aquellos de África subsahariana.
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