Al acercarse la cumbre de la Unión Africana (UA) en julio en Mauritania, el jefe del Polisario Brahim Ghali fue empujado por Argelia para ir a buscar ayuda en África del Sur, en un movimiento que delata la emoción con la que los argelinos temen la creciente desaparición del apoyo del frente separatista en África.
Durante diez días, hasta el 5 de junio, Brahim Ghali realizó una gira por los últimos fieles: Sudáfrica, Namibia, Lesotho, Botswana y Zimbabwe. Todos tradicionalmente adquirieron la causa separatista del Polisario en el Sáhara Occidental.
Para Argelia, esta gira del jefe del Polisario fue necesaria para vencer el recuerdo de los últimos aliados del frente saharaui y movilizar lo que aún puede estar. Especialmente después de la erosión del apoyo del Polisario en África, a raíz del regreso de Marruecos a la Unión Africana en enero de 2017, y de la ofensiva diplomática que lo acompañó.
Dentro de la SADC, la organización regional de 15 países del sur de África, solo 8 países siguen apoyando al Polisario y reconocen a la República Saharaui (RASD), autoproclamada pero no reconocida por la ONU. Para los generales argelinos que tienen la sartén por el mango sobre el tema del Sahara, la posición del Polisario ya debilitada a nivel de la Unión Europea no sobreviviría a una negación masiva en África.
Una situación aún más complicada para el Polisario ya que, desde el regreso de Marruecos a la UA, muchos países africanos han pedido que la organización panafricana se mantenga al margen del asunto del Sahara. En manos del Consejo de Seguridad de la ONU, el dossier no necesita interferencia adicional que pueda confundir aún más el proceso de la ONU.
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