Para comprender la atronadora salida mediatica de Abdallah Lahbib Bilal, presentado como ministro de defensa del Polisario, que ha amenazado con volver a las armas, es necesario hacer un breve retorno al año que finaliza, donde los reveses sufridos por el frente separatista apoyado por Argelia nunca han sido tan dolorosos.
El año 2017 ya había comenzado con el regreso de Marruecos a la Unión Africana (UA), con el apoyo de la gran mayoría de los estados miembros de la organización panafricana. Desde entonces, el Polisario ha pasado de la debacle diplomática a la derrota política.
Este es el caso en América Latina donde los amigos de Brahim Ghali tienen solo unos pocos seguidores. Este es aún más el caso en África, donde el regreso de Marruecos ha sacudido severamente el frente saharaui.
A partir de ahora, el Polisario sabe que los oficiales argelinos que distribuyeron copiosamente los petrodólares para encontrarle nichos en tal o cual cenáculo diplomático, miran más. Porque los tiempos son difíciles, y el gobierno argelino enfrenta una terrible situación económica y financiera debido a la caída de los precios del petróleo.
Ante tantas adversidades, los dirigentes del Polisario fueron empujados a organizar maniobras militares en la región de Aghouinite, un área totalmente desierta, apodada «territorios liberados» por el Frente separatista. Pero el verdadero objetivo de este desfile es tratar de calmar la ira de los saharauis que rugen en los campamentos de Tinduf.
De hecho, el número de opositores a la línea política seguida por el Polisario continúa creciendo en Tinduf, especialmente entre los jóvenes. Estos últimos ya no soportan el estancamiento del conflicto del Sáhara y exigen abiertamente la liberación del Polisario de la tutela de los generales argelinos.
De ahí esta provocación en forma de ejercicios militares dirigidos por las milicias del Polisario, bajo la supervisión de oficiales superiores argelinos con, por música de fondo, la propaganda servida por los medios argelinos.