La designación de Omar Hilal como embajador de Marruecos ante las Naciones Unidas ha supuesto un verdadero shock para Mohamed Abdelaziz, el diplomático conocido por no tener pelos en la lengua, contra los excesos represivos del Polisario y del DRS Argelino, según fuentes bien informadas en los campamentos de Tinduf.
En Ginebra, donde ocupó el cargo de Representante de Marruecos ante la Oficina de las Naciones Unidas, Hilal se convirtió en la pesadilla para los delegados de Argelia. El diplomático no se anduvo con rodeos al señalar la responsabilidad de Argelia en la extensión o la reactivación del conflicto regional entorno al Sáhara Occidental. Por encima de todo, grito una denuncia ante los órganos de la ONU de las violaciónes sistemáticas de los derechos humanos en los campamentos de Tinduf, en Argelia. La población saharaui que es retenida, no dispone de ningún derecho a los derechos humanos más básicos. Los saharauis de Tinduf no se les permite salir de los campamentos sin el permiso expreso del Polisario y de los responsables del DRS, los servicios de inteligencia militar argelinos. No tienen ni el derecho a la libertad de expresión, cualquier voz disidente contra el lider del Polisario se suprimieron despiadadamente.
Estas flagrantes negaciónes de los derechos dio lugar a una frustración creciente entre los jóvenes saharauis, lo que desencadenó una ola de protestas sin precedentes en los campamentos de Tinduf. La dirección del Polisario es acusada por los manifestantes de estar a sueldo de Argelia y de servir la agenda argelina en la región, en detrimento de la causa de los saharauis. Son tantas las violaciónes que el diplomático marroquí no dudó en denunciar ante la comunidad internacional en Ginebra.
La otra razón que explica el duro golpe sentido por el líder del Polisario y los dirigentes de Argelia es que Omar Hilal también conocido por su férrea defensa y argumentación sin compromiso a favor del plan de autonomía para el Sahara occidental. Un plan que el Polisario y las autoridades argelinas consideran una amenaza real contra la República ficticia del Sáhara que autoproclamaron conjuntamente. Especialmente cuando el plan de autonomía ha recibido un fuerte apoyo internacional y la mayoria de las capitales del mundo más influyentes la cconsideran como una base «seria y creíble » para llegar a un arreglo del conflicto.