El varapalo sentido en Argel y Tinduf llegó esta vez desde Dinamarca. Su impacto fue aún más humillante que Argelia y el Polisario abrigaban grandes esperanzas sobre el parlamento de los países nórdicos.
Al rechazar a una amplia mayoría el proyecto sobre el reconocimiento de la teórica República Saharaui, el Parlamento danés ha propinadouna verdadera bofetada a los responsables argelinos, nos aseguràn de buena fuente en Argel. Sin embargo, los diplomáticos argelinos han seguido luchando durante meses en los pasillos parlamentarios en Copenhague. El resultado era aún definitivo. Siete grupos parlamentarios, incluido el Partido Social Demócrata, los populares conservadores, los liberales e incluso la izquierda radical han rechazado el texto. Su argumento es simple: es absurdo y peligroso reconocer una «república», que no tiene existencia en la realidad y que de hecho nunca existió en el pasado.
Para la diplomacia argelina, este rechazo explícito es una gran derrota. Se suma a los sucesivos fracasos de Argel para hacer reconocer el Polisario y la republica saharaui por cualquier gobierno de un país occidental. En Europa y los Estados Unidos, Rusia o China, todo el mundo sàbe que el conflicto del Sáhara Occidental es básicamente el producto de una rivalidad entre Argelia y Marruecos, que dura desde la época de la Guerra Fría. Un anacronismo que llevó a Argelia a ordenar la creación del Polisario y la República Árabe Saharaui. Todos estos países también saben que es Argelia quién alberga el Frente separatista en su territorio, en Tinduf. También es Argelia, que proporciona al Polisario el apoyo militar, el apoyo financiero y político para disputar a Marruecos la soberanía sobre el Sáhara Occidental.
Por último, el fracaso de Copenhague lléga a escasas semanas del debate en el Consejo de Seguridad de la ONU, que sigue favoreciendo a pesar del bloqueo de Argel, una solución política negociada para alcanzar una solución definitiva de la cuestión del Sáhara Occidental.
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