Los aharauis en los campamentos de Tinduf estan ofendidos por la visita a Argel Brahim Ghali, en especial que tuvo lugar inmediatamente después de su nombramiento como jefe del Polisario, un gesto visto como una lealtad al padrino argelino y una lealtad incondicional de Brahim Ghali a los quién le impusieron contra la voluntad de los saharauis.

Estos últimos también no se hicieron muchas ilusiones sobre el nuevo jefe del frente a sueldo de Argel. Habían seguido con gran desconfianza la flagrante puesta en escena montada por Argel. De la presentación de Brahim Ghali como el único «candidato de consenso» hasta su «elección» en la puntuación estalinista del 93% de los votos, la hoz era demasiado grande.

Por lo tanto, incluso si se escandalizaban por el gesto, los saharauis de Tinduf no se sorprendieron de la bienvenida oficial de Brahim Ghali en Argel. Saben muy bien que, como antes cuando era «embajador» en la capital de Argelia, el nuevo jefe del Polisario seguirá a la letra las instrucciones de sus amos. Otra prueba de que el problema clave del Sahara siempre ha sido y sigue siendo en las manos del régimen argelino.

El peligro en este momento es para ver los generales argelinos servirse del conflicto del Sahara para cubrir el grave problema de la sucesión del presidente Buteflika, presentando a Marruecos como el enemigo de Argelia y de los argelinos.

La guerra sorda entre los diversos clanes en Argel sólo se hace endurecer a medida que el presidente, paralizado por un AVC desde 2013, pierde gradualmente su capacidad de comunicarse con los que le rodean. En este contexto, la tentación en general se vuelve aún mayor para cristalizar frustraciones de la población argelina contra un enemigo extranjero.

Así que no es casualidad que el nuevo jefe del Polisario fue recibido el 13 de julio en Argel, tanto por el primer ministro Abdelmalek Sellal y el general de la más alta graduación del ejército, Ahmed Gaid Salah, vice- Ministro de Defensa y Jefe del Estado Mayor. El doble mensaje, político y militar, del régimen argelino está claro, a pesar de que está en desfase con las realidades regionales e internacionales.