Fuentes bien informadas en los campamentos de Tinduf, aseguran que el jefe del Polisario fue muy sacudido por la iniciativa de la Unión de Abogados Árabes reubicar el último período de sesiones del Congreso de la UAA, transferiéndolo el domingo de la ciudad de Agadir, en la costa atlántica de Marruecos a El Aaiún, capital del Sáhara Occidental.

Una decisión muy simbólica a favor de la unidad territorial de Marruecos, que ha sido aupada por el enfoque de la UAA de pedir a los estados árabes de defender la causa de Marruecos «en todos los foros internacionales».

Este es un duro golpe para el movimiento independentista saharaui y Argelia, su principal apoyo diplomático, financiero y militar, dijeron las fuentes. Un revés aún más amargamente resentido por el Polisario y Argelia que sigue una serie de reveses internacional.

El último fracaso de la fechado es el sufrido en abril pasado en el Consejo de Seguridad de la ONU. Los 15 miembros del máximo órgano de la ONU aprobarón una resolución que ignora los reclamos de Argelia y el Polisario para la ampliación del mandato de la MINURSO.

Añádase a esto la incapacidad crónica de Argelia y del movimiento independentista saharaui para lograr cualquier avance a nivel árabe. Un espacio que se ha mantenido resueltamente sellado al proyecto de Argelia para crear un sexto estado en el Magreb. Argelia halla el mismo infortunio a nivel internacional, donde no hay capital importante en el mundo estar dispuesta a dar ninguna credibilidad a una república del Sahara.

Ninguno de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad se adhiere, para nada, con el proyecto de un estado saharaui bajo el control del Frente Polisario, un movimiento de estructuras estalinistas que todavía vive en los recuerdos de los años 60 y 70.Peor aún, las grandes capitales consideran el apoyo de Argelia al movimiento independentista saharaui contribuye a mantener un clima de inestabilidad en una zona especialmente vulnerable.

Este análisis ha ganado relevancia con la proliferación de grupos yihadistas y separatistas en Malí y en la región del Sahel y el Sáhara y el estancamiento de Libia en un estado de caos.